La frustración de no hacer nada

Inconformes, reformistas y revolucionarios, pero sin salir de casa para alcanzar el verdadero cambio.

Rocio Lozano
7 min readFeb 13, 2023

No es fácil hablar de cambio. Esta idea podría significar cualquier cosa: un cambio personal, social, ideológico, y no necesariamente significa que estemos dentro del cambio. Lo que realmente no me causa duda es que la necesidad de cambio la sentimos cada uno dentro de nosotros. La pregunta es ¿cada cuánto hacemos algo al respecto? Acabo de salir de un fin de semana intensivo de pláticas inspiradoras y motivacionales sobre la felicidad, la amistad y el amor, y cómo es que a nuestra sociedad le hacen falta cada una de estas. ¡Claro! todos queremos cambiar al mundo y aunque no sabemos cómo, nos sentimos listos para viajar al otro lado del planeta y empezar con ese cambio. Pues te tengo un secreto: el problema está en que creemos que el cambio se empieza al otro lado del mundo y nos olvidamos de la parte más importante: el cambio empieza dentro de nosotros mismos, dentro de nuestra casa, de nuestros círculos sociales, de nuestras relaciones. El cambio empieza con uno mismo.

1. No cambies quien eres, cambia lo que estás haciendo

No creo ser la primera persona que siente frustración por saber todo lo que quiere hacer, por querer hacerlo pero no saber por dónde empezar, por hundirse en excusas, quejas, “otras cosas que hacer”, flojera o la típica “sí lo voy a hacer, pero luego”. No es fácil salir de un círculo de pasividad que hemos creado con el tiempo. No se si alguien lo dijo antes o es una idea que me viene a la mente en este momento, pero algo de lo que me gusta ser consciente es de que los hábitos llevan días y meses en formarse, pero los vicios o las malas costumbres, nacen en un segundo de descuido. La pregunta del millón es ahora ¿cómo se que me estoy descuidando? Despreocuparnos de lo que estamos haciendo y del impacto que puede tener a largo plazo, es grave.

La primera señal de despreocupación son las excusas. Hacer algo nuevo no es fácil y hay que ser muy consientes de esto para poder combatir las ideas que tratan de alejarnos del objetivo. El libro de Hábitos Atómicos dice que la clave no está en hacer del ejercicio un hábito, sino de volver hábito el poner la maleta para el gimnasio un día antes. Esto quiere decir que no esperes que mientras ves la tv o tu película favorita, te nazca el levantarte al gimnasio los primeros días; sino que hay que predisponernos, necesitas una alarma, tener la ropa deportiva puesta o la maleta hecha, un compañero de gimnasio podría ayuda para que te comprometas. No esperes que tus hábitos salgan sin haber hecho nada al respecto.

Otra señal de despreocupación es la “procrastinación”. Aun que no estamos hablando de la tarea o las entregas semanales, tenemos enfrente una lista de cosas por hacer y pensar que “las vamos a hacer luego” quiere decir que no las haremos nunca. Esto puede causarnos un alto grado de frustración. Porque mientras estás sin hacer nada, en el celular o de cafecito en cafecito, y no dejas de pensar en aquello que querías lograr, sabes que no hiciste nada para alcanzarlo. Esto es frustrante y no muchas veces efectivo. Haz una lista, pon alarmas, has agenda y haz de la preparación, un hábito.

La tercera señal es la frustración. Como ya lo venimos diciendo, el estrés o frustración de no alcanzar las metas, de no empezar con ellas o de no avanzar con las actividades deseadas, es un factor que puede detenernos. Esto hace una cadena, un círculo vicioso de quedarnos estancados. Hay que dar el primer paso. Haz una lista o define las tres actividades más importantes que tengas o que más ganas tienes de hacer. Después, define qué tienes que hacer para lograrlo antes y cómo mantenerlas después.

2. Cambia tu influencia y sé consiente de su impacto

Es impresionante el alcance que pueden tener nuestras palabras y acciones. No siempre somos consientes de lo que hacemos y por ende no nos percatamos de que eso puede impactar en los demás para bien o para mal. Sin embargo, no estoy aquí para hablar de “pórtate bien” o “sé un niño bueno”, sino de que cuando hay algo que no nos gusta, está en nosotros la capacidad de hacer algo al respecto.

No es la primera vez que alguien nos habla de las inconformidades sociales, de los desvíos o pérdida de los valores que hacen mejor a nuestro mundo. Entonces ¿qué estamos haciendo mal? Siempre nos han dicho que seamos el cambio que queremos ver en el mundo… y esto es real. Hay que involucrarnos, dar el primer paso, no callar, no sordearnos.

En una conferencia a la que fui el fin de semana, nos dieron el maravilloso ejemplo de “el frijolazo”. Cuando un amigo o una persona tiene algo en el diente (un frijolazo) todos al rededor están incómodos y la persona que tiene eso en la boca, como no sabe, no le afecta y tampoco hace nada al respecto. Pero entonces, si estamos incómodos ¿por qué no hacemos nada? A veces esto pasa en nuestra sociedad, en nuestras comunidades o círculos sociales. Siempre hay algo que nos incomoda o no nos gusta, y las veces que hacemos algo al respecto son contadas. El problema sigue ahí, nadie dice nada, nadie habla, todos miran al otro lado para no incomodarse. ¿No creen que sea momento de ponernos los pantalones y de actuar por ese cambio?

¡Ojo! No se trata de cambiar el mundo entero y terminar con la hambruna mundial; se trata de cambiar mi forma de vivir, cambiar y ayudar a mejorar a mis amigas y amigos, a mi comunidad, a la política local. Cada paso cuenta y cada paso nos acerca a donde queremos llegar. Pero el que no camina, no avanza y se estanca. No esperes que llegue alguien mas a solucionarnos el problema, no esperes a que llegue alguien y haga eso que tú pudiste haber hecho, no esperes que llegue alguien a decirte “vamos, lo hacemos juntos”. Muchas veces, esa persona valiente a la que todos están esperando eres tú, ¿qué vas a hacer al respecto?

3. Ser, identificar y cultivar

Una de mis conclusiones favoritas del fin de semana es la que, en este caso se trataba de la amistad, pero hoy quiero decirte que puede tratarse del inicio de un nuevo estilo de vida.

Primero, es importante creérnosla, sabernos capaces. Identificar esa vocación, llamado o camino no es fácil pero es importante. Porque si no nos pasa así como Alicia en el País de las Maravillas cuando le pregunta al Gato hacia dónde ir, y el Gato le dice “si no sabes a donde quieres llegar, no importa qué camino tomes”. Esto es muy cierto. Si no se quién soy y si no se a dónde quiero llegar, al final del día no va a importar el camino que tome… ¿a dónde me va a llevar esto? A un lugar y a la vez a ninguno. Hay que SER quién queremos ser, ser coherentes con nuestros valores, nuestra formación, nuestra educación y más aún, con la verdad y la naturaleza. Como dice un muy conocido Evan Lemoine, “lo único que limita nuestra libertad es nuestra naturaleza”.

También es clave saber identificar lo importante, en lo que gastaré mi energía e invertiré mi tiempo. Saber qué vale la pena para poner toda mi atención y lograr realmente un cambio. No soy enemiga de las listas, soy enemiga de aquellas listas que se empolvan y no se cumplen. Algo importante también es saber identificar quién me acompaña, de qué personas me rodeo, de dónde me informo, quién me educa. Porque tenemos la pésima costumbre de dejarnos aconsejar por personas que son todo menos expertas. El típico consejo de amor y de relaciones que nos da la influencer que no puede mantener una relación por más de unos cuantos meses. Hay que saber educarnos, formarnos, y saber que esto es algo de toda la vida.

Por último, hay que cultivar, hay que crecer. Así como con los amigos no basta con tenerlos en nuestra lista de followers o en nuestros contactos o grupos de whatsapp para una fiesta, sino que hay que darles tiempo, buscarlos y fomentar la amistad; así también con nuestros proyectos, no basta con escribirlos, sino hay que tomar acción constante. Nuestra generación tiene un problema y es que no sabemos ser pacientes, nos gustan las cosas rápidas y resultados al momento. Pues la gran noticia es que los grandes cambios llevan tiempo, 21 días para un nuevo hábito, un par de años para un negocio, toda nuestra infancia para una gran amistad, toda nuestra vida para un matrimonio. Ahora, nuestra generación tiene una ventaja, y es que puede ver los problemas y no se conforma, pide más, pide mejor… solo hace falta verla actuar.

Es momento de un cambio

Sí, si estamos inconformes; sí, si estamos tristes con lo que vemos en el mundo; sí, si nos duele ver tanta pobreza no solo en lo material sino también en lo espiritual y lo personal; sí, si nos cuesta trabajo saber por dónde ayudar; sí, si nos hacen a un lado a veces por la forma en la que pensamos. Sí, si vivimos en un mundo cambiando, pero ¿cambiando para bien? ¿qué estamos haciendo para ayudar? ¿qué estoy haciendo yo por eso que me preocupa? ¿será que también yo necesito cambiar?

Preguntarnos esto es solo el inicio de un nuevo camino, de re-orientar nuestra brújula y definir hacia dónde vamos y cómo vamos a llegar ahí. Es impresionante el hecho de que no estás solo, hay muchos y muchas que piensan igual que tu, que buscan lo mismo, que van por el mismo camino (o que están igual de perdidos). “Somos más los buenos” no es una frase simplemente motivadora… es real, aunque también es real que esos buenos, son una mayoría y una mayoría silenciosa.

Rodéate de personas como tu, estudia y educa tu mente, forma un criterio firme y bien fundamentado, emprende y ten proyectos que impacten en una necesidad, levántate del sillón, apaga la tele, sal de tu cuarto, habla con gente, haz nuevas relaciones, busca a esa persona, di lo que piensas, sé valiente… y entre tantas cosas, haz un cambio.

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